Nuestro vecino ocupa 92.082 km2, tiene cerca de once millones de habitantes, de los que algo más de un millón se concentran en la zona metropolitana de Lisboa. El territorio estaba poblado desde la antigüedad por la estirpe ibérica denominada lusitanos y, no formado, sigue las vicisitudes históricas de la península ibérica, siendo por tanto una historia paralela; los romanos dominan su territorio y lo dividen en dos provincias: Lusitania y Galicia, conformando una sólida estructura administrativa que durará hasta las invasiones de los pueblos bárbaros (suevos en 409) cuando se produce también una paulatina decadencia socio–política.

El cruce del Estrecho de Gibraltar por los árabes en 711 (Tarik derrota al rey visigodo don Rodrigo) alterará la vida del pueblo luso que asimilará costumbres y adoptará numerosas mejoras en la explotación agrícola al tiempo que no cesan las luchas frente al nuevo invasor que acaba configurando una de las fronteras más estables del continente europeo.

Alfonso VI de León cedió el Condado de Portucale (zona del Miño) en 1109 a su yerno Henrique de Borgoña, que da el primer paso para la independencia. Le sucede su hijo Alfonso Henriques, coronado en 1139 al sublevarse contra el rey de León. A su muerte los límites alcanzan Extremadura, Beira Baixa y parte del Alentejo; el Algarve es tomado por Alfonso II (1248–1279) configurándose las fronteras que prácticamente han llegado a nuestros días, la amenaza de Castilla fue una constante con los portugueses hasta la célebre batalla de Aljubarrota (1385); las tropas castellanas son derrotadas y España reconoce como reino independiente a Portugal.

Durante dos siglos, con la dinastía Avís, Portugal conoce una inusitada prosperidad y una expansión marítima sin precedentes. Henrique el Navegante inicia el camino de los Descubrimientos con su célebre Escuela de Sagres: Gil Eanes, Diogo Cão, Bartolomé Dias, Vasco da Gama, Pedro Alvares Cabral, Magalhães, etc., son muestra clara de los intrépidos navegantes lusos que supieron recoger el testigo de sus gobernantes que no veían ninguna posibilidad de expansión territorial en la península y en el contexto de esta época, donde priman razones espirituales, marca a los pueblos ibéricos que buscan ensanchar sus fronteras y propagar su fe cristiana.

Portugal ocupa Madeira, Azores, dobla el Cabo de Buena Esperanza, descubre la península del Labrador, coloniza Brasil y Vasco da Gama llega a las Indias Orientales en 1497. En el siglo siguiente se inicia la decadencia y el Duque de Alba impone por la fuerza la corona lusa a Felipe II (Cortes de Tomar) que perdura hasta Felipe IV cuando se instaura a João IV (Duque de Braganza) aprovechando el levantamiento de los catalanes frente a Castilla. España reconoce la independencia en 1668.

En el XIX las tropas napoleónicas dominan prácticamente toda Europa y también tiene sus efectos sobre la península; Portugal se vio invadido por Junot y el tradicional aliado británico acudirá en su ayuda; Wellington expulsa a los franceses en Torres Vedras (1810). Las ideas revolucionarias recorrían ya todo el continente, se trata de restaurar la monarquía y las políticas de corte conservador dominan la península, João Franco aparece en escena de manera providencial, impone una férrea dictadura. aunque son años de orden, éstos no impiden el asesinato del rey y su heredero en 1808; el 5 de octubre de 1910 se proclama la República.

La sublevación militar de 1926 acaba entregando el poder al Dr. Oliveira Salazar y el país vivirá cuarenta años de aparente estabilidad política (la oposición quedó reducida al silencio y los graves problemas quedaron sometidos al filtro optimista del desarrollo económico) hasta que, el 25 de abril de 1975, se produce la Revolución de los Claveles al son de «Grándola Vila Morena» transmitida por las ondas del célebre Radio Clube Portuguese, revolución que tantas esperanzas dio al pueblo portugués que el 1 de enero de 1986 se integra, junto con España, en la Comunidad Europea.

Historia Postal

Los mismos acontecimientos de los Descubrimientos hacen que el flujo postal, al menos de carácter oficial, sea extremadamente intenso entre los descubridores y la corona, dándose un apasionante período prefilatélico que legó numerosas piezas que son documentos de gran utilidad histórico–documental.

Las primeras emisiones básicas aparecen en 1853 con la imagen de la soberana Doña María II, sustituida por Don Pedro V en la segunda emisión aparecida en 1855/56, la figura de la emisión de 1862/64 es la del soberano Luis I. La palabra Portugal aparece en 1866 con la segunda emisión dedicada al soberano Luis y, tras la proclamación del gobierno republicano en 1910, con la denominación de República Portuguesa.

Numerosas fueron las emisiones de carácter colonial para sus posesiones en los diferentes territorios de África y Asia–Oceanía. Costumbre de la época fue diferenciar los signos postales de cada territorio mediante la impresión (generalmente un cajetín inferior en color negro) de la palabra correspondiente a cada posesión.

Sus signos postales suelen tener una gran calidad artística y sus diseños gozan de una gran atracción entre los coleccionistas filatélicos. Portugal goza de una privilegiada posición en el mercado internacional, incluso como fuente de gran revalorización debido a unas tiradas cortas que aseguran la decisión tomada por los filatelistas y los inversores que apuestan por una de las políticas emisoras más coherentes y sensatas de todo el continente europeo. Especial predicamento tienen sus artísticas hojitas bloque que, debido a las cortísimas tiradas, están sometidas a una creciente presión alcista. Un país que merece la pena coleccionar y del que otros servicios postales deberían tomar buena nota. este país.

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